A lo largo del curso, todos los días, me entregáis
regalos cotidianos sin vosotros proponéroslo: un buenos días, una sonrisa, una
mirada, un choque de manos, una pregunta interesante, la certeza de haber aprendido
algo, el brillo en los ojos, una duda, una canción de Inglés cantada con
ilusión, una libreta bien presentada, el gusto por las cosas bien hechas, el
interés por aprender, un gesto de compañerismo, una amabilidad, un minuto de
atención plena, un ok, un momento kit-kat, cuando leemos e imitáis voces (como
la de la gran bruja del libro de Roald Dahl), cuando leéis vuestras
composiciones escritas… Y sobre todo esas situaciones, muchísimas, en las que
yo aprendo de vosotros y que cuando se producen os comento que esa es una de
las razones por las que me encanta ser maestro.
Cuando me regalan un libro siempre es un momento
especial. Si además es un regalo de mis alumnos entonces es algo todavía más
emocionante. Por si fuera poco me lo habéis firmado y dedicado todos y cada uno
de vosotros, lo que lo convierte en algo realmente único. Obsequiar con libros
demuestra complicidad y conocimiento del otro y de uno mismo. Los libros nos
abrigan el corazón y se quedan con nosotros para siempre.
El libro “UN LECTOR LLAMADO FEDERICO GARCÍA LORCA”, mi
poeta favorito, lo ha escrito otro “granaíno”, Luis García Montero. Nos habla
sobre las lecturas de juventud que convirtieron a Lorca en la persona que fue.
Gracias por todo.